Hablar de embarazos no deseados, es hablar
de adolescentes de 11 a 17 años que, de la noche a la mañana,
despiertan siendo mujeres, de matrimonios apresurados y poco durables,
de crisis económicas personales o de pareja y de afecciones graves de
salud tanto para la madre como para el pequeño. En el adolescente,
repercute en su esfera social y familiar, sobretodo si es menor de 15
años. El embarazo no planeado puede provocarle serios trastornos
biológicos e interrumpir su proyecto educativo. La necesidad de ingresar
a un trabajo, generalmente mal remunerado, surge sin remedio; y la
censura social en su contra y la de su familia puede llegar a
convertirse en moneda corriente.
Una vez que la menor conoce la
noticia, las consecuencias son diversas al igual que sus opciones. Es
una realidad que pesa, les duele y las tortura psicológicamente. No
todas las menores embarazadas se atreven a dar la cara ante su familia
y, a una sociedad mexicana acostumbrada a la crítica vecinal, al chisme y
al señalamiento. Generalmente son estos sentimientos de culpa, entre
otros motivos, los que han orillado a niñas y mujeres a recurrir al
aborto u otras alternativas igual de preocupantes.
Entre otras está la adopción o permanecer
en la soltería para crear una familia disfuncional; existe también la
posibilidad de un casamiento pero bajo el riesgo creciente de un
fracaso. Finalmente, la decisión que ella tome siempre dependerá del
apoyo que tenga de su pareja, su familia y de la misma sociedad.
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